miércoles, 31 de agosto de 2011

CENTRO BOTÍN DE ARTE Y CULTURA

Foto: Namor Omán
Estamos todos, en la ciudad y la región y más allá, encantados ante la perspectiva de contar en Santander con un puntero centro de arte como el que se está gestando, pues adivinamos su trascendencia y entendemos su valor. Pero tras esta premisa, que me parece esencial, les invito a una reflexión.
¿Qué saben Uds. lectores del nuevo Centro Botín de Arte y Cultura? ¿Han visto alguna imagen del edificio que el reconocido arquitecto Renzo Piano ha proyectado para nuestro muelle de Albareda?
¿No les intriga no haber visto ni un sencillo croquis en este tiempo en el que del más ínfimo proyecto aparecen detalladas y coloristas infografías “informativas”?
No las han visto porque no se han difundido. Y eso que se trata de una obra singular que marcará nuestra ciudad y nuestra bahía por mucho tiempo, una edificio deseable cuya forma y ubicación precisa están siendo conscientemente ocultadas tras un pantomímico vertido de datos con cuentagotas: medirá aproximadamente tanto de largo y de alto, contará  con dos volúmenes, una pasarela, casi levitará sobre el mar, no influirá en las vistas, tendrá una sala de exposiciones diáfana de 2.200m² (la mejor de Europa), “a lo mejor” hay que desplazar la grúa, etc., etc., etc...
¿A quién se pretende distraer? Todo lo esencial está, obviamente, pensado y repensado. Los plazos previstos para su construcción e inauguración así lo indican ¿Y qué miedo se  tiene? ¿El miedo a la opinión ciudadana en una época en la que la ciudadanía reclama su derecho a participar con fuerza?
No se trata de una obra que la Fundación Botín vaya a desarrollar en unas cuantas hectáreas de titularidad privada en Puente San Miguel o Medio Cudeyo. Se trata de una obra que va a llevarse a cabo en suelo de titularidad pública, en primera línea de costa, en un área urbana consolidada: otra actitud, otro proceso, son más deseables.
Contextualicemos por un momento:
1.La construcción del Centro Botín de Arte y Cultura se da en el momento en que Santander recupera el dominio de amplios terrenos portuarios ubicados entre Los Peligros y el Barrio Pesquero, siendo su “urbanización” un reto esencial al que la ciudad tiene ahora mismo que enfrentarse.
2.El desafío se ve afectado por las tristes circunstancias económicas generales y por el elevadísimo endeudamiento que la gestión del equipo de Gobierno municipal ha generado en los últimos años.
Conclusión: Es improbable que dichos terrenos encuentren un rápido desarrollo, con lo que podemos suponer, sin ser especialmente agoreros, que pasarán muchos años antes de verlo “terminado”.
¿Y qué puede esperar un ciudadano de su gobierno municipal ante este reto y su contexto? Nada original: ¿Recuerdan cómo era el entorno del Palacio de Euskalduna y del Guggen en Bilbao cuando se construyeron? Esas enormes inversiones de dinero sirvieron para regenerar un tejido urbano en completa decadencia. El Centro Botín de Arte y Cultura puede, debe y tendría que ser, además de la pieza valiosa que por sí misma será se ponga donde se ponga, una herramienta regeneradora y hacedora de ciudad. Es lo más inteligente y eficiente.
¿Hay enclaves en nuestro frente marítimo (incluso en otras zonas de la ciudad) más necesitados de intervención que los terrenos entre la Estación Marítima y la “desplazable” Grúa de Piedra? ¿Hay más opciones para su ubicación? Sin duda.
Tengo algunas ideas sobre mejores emplazamientos, pero escribo más allá de la vanidad de exponerlos, siendo para mí lo importante el hecho de que las opiniones, la mía, la suya de usted y la de “ellos”, fueran expuestas en un proceso enriquecedor: porque creo en el civismo transparente y participativo. Máxime para asuntos que no están en programas electorales.
Y me gustaría escuchar los motivos por los que se ha decidido ubicar concretamente ahí el centro de arte porque, tal vez, el argumento sea bueno y yo cambie de opinión, que es de sabios adoptar el mejor criterio que se nos aporte. Pero sin transparencia y con misterios es imposible mejorar la calidad de nuestra democracia. Y no olviden algo esencial: la ciudadanía no quiere estar indignada sino orgullosa de sus instituciones, la ciudadanía no es el enemigo y tiene sed de información y participación ¿A qué esperan? ¡Dénsela!